EL TIEMPO QUE DONAMOS AL ESTADO
Siempre a esta altura del año los docentes nos vemos saturados de tareas extra áulicas que para plantear de entrada la problemática: no son remuneradas. Veo con profunda admiración el maravilloso esmero con que los compañeros docentes de primaria, principalmente, dedican horas y horas de su vida a la preparación del tradicional acto de colación, es allí donde aflora toda la creatividad potenciada de la “vocación” docente puesta de manifiesto en la ornamentación en donde quedara coronado el final de un proceso en donde esos estudiantes que pasaron por las aulas hoy emprenderán otro camino.
Por lo general primero tendrán que arreglárselas por su propia cuenta para contar con los fondos necesarios para solventar los materiales que demanda el acto, además del sonido, los diplomas , los trípticos, las medallas, los recordatorios, es allí donde el docente debe explorar más a fondo aun la creatividad y la idiosincrasia de la sociedad: rifas, borratinas ,colectas , alcancías móviles y demás apelaciones a la solidaridad y caridad de la comunidad(recuerdo patente cuando una compañera expreso que en las escuela pobres lo primero que aprendía el docente es a pedir)
Todo bajo la atenta mirada de la señora directora que fiscaliza con vista de lince nuestra actitud de compromiso con la institución desde que entramos al establecimiento mientras afina el lápiz para estampar en un numero el tan mentado y temido concepto al que es reducido el desempeño docente.
Se suma a todo esto el cierre del trimestre y del año lectivo , todo lo que es corrección de evaluaciones , trabajos prácticos es trabajo que los docentes nos llevamos a nuestros hogares, porque docente se es todo el tiempo, a lo largo de nuestra vida, es así como donamos nuestro tiempo libre a nuestra labor de docente aplicado y responsable, es así como resignamos y sacrificamos horas y momentos que deberíamos estar con nuestras familias, con nuestros hijos y nos enclaustramos en nuestra casa los fines de semana a corregir exámenes y cerrar notas.
El docente desde los inicios del sistema educativo argentino fue concebido más como una vocación de apostolado que como un puesto de trabajo y es así como históricamente dono su tiempo libre a un estado que históricamente también uso y abuso de esta situación. Sobre todo cuando el neoliberalismo hizo estallar la solidaridad, los lazos sociales, la familia y la sociedad se sumieron en la más profunda crisis económica y moral, fue la humanidad del docente quien debió soportar los embates de la exclusión.
A esta altura del siglo XXI es hora de poner en cuestión esta situación fraguada a fuego allá por la generación del 80, en esa argentina oligárquica, blanca y culta del ganado y las mieses
Que el estado explique a través de que código distorsivo es remunerada toda esa labor docente llevada a cabo fuera del aula, sumada a todas otras injusticias tambien naturalizadas a los largo del los últimos años como lo es el progresivo desgaste y deterioro de la salud docente, que ya no soporta más las estructuras en las que desarrollan su trabajo.
Es hora de desnaturalizar la situación que convirtió al compañero director en un mero funcionario político que persigue y ostiga al docente.
Es hora ya de desnaturalizar todas estas situaciones injustas que los docentes vivimos a diario en nuestro trabajo y reclamar que el estado haga efectiva la remuneración de todo el proceso de trabajo colectivo desarrollado por los docentes no frente a alumnos.
Es hora de acumular la masa crítica necesaria para generar procesos de reautorización que le devuelvan al docente la autoridad restada por la Ley Federal de Educación donde de apóstol, se le paso a hacer creer que era un mero profesional ejecutor de políticas diseñadas por la tecnocracia.
Solo en la medida que al trabajo docente se le restituya la autoridad que el estado le mezquina estará en condiciones más optimas de garantizar el acceso pleno a un derecho humano básico como es la educación.
Luis Antonio Niz