El impuestazo y sus perlitas: prostíbulos, jubilación privada y un Estado que “resuelve” su problema como patrón.
El pataleo de los policías amotinados a principio
de mes en Concordia y la claudicación del poder político ante esos
desplantes motivaron una rápida modificación de la Ley Tributaria que
hace base, esencialmente, en el aumento de todos los impuestos que pagan
los entrerrianos. La ley salió de apuro porque los policías levantiscos
no querían esperar. El gobernador Sergio Urribarri cedió ante el sector
al que había calificado de “sedicioso” y ahora hay que pagar esa
promesa. ¿Quiénes la pagan? Los entrerrianos todos. El texto, además de
dejar una fuerte presión impositiva para el conjunto de la ciudadanía,
aporta perlitas que hablan del descuido con que fue elaborado.
Jorge Riani
Especial para ANÁLISIS DIGITAL
Se sabe: el impuestazo entrerriano aumenta entre entre el 20 y el 30%
los impuestos inmobiliario y automotor, al tiempo que elimina beneficios
obtenidos por distintos sectores. Crea el impuesto de entre el 2 y el
5% a los juegos de azar, y la alícuota de ingresos brutos subirá al 4,5%
y se eliminan exenciones que databan de los Pactos Fiscales de 1994.
Aumentan también las alícuotas en seguros, industrias radicadas en otras
jurisdicciones, empresas de servicios agrícolas, telefonía fija y
celular, y se eleva al 5% la alícuota a las grandes empresas que venden
en Entre Ríos. Hay incrementos en los tributos a las estaciones de
servicio y los combustibles, lo que generará un lógico arrastre en los
precios. También al servicio de televisión por cable e internet.
La suba de impuestos fue celebrada por dirigentes gremiales, que
festejaron y aplaudieron el resultado de aquella sesión presidida por el
gremialista y diputado multimillonario José Ángel Allende. Hay que
admitir que Allende ni chistó pese a que el impuestazo apunta también a
artículos relacionados con altos patrimonios, como embarcaciones de
recreación y autos de alta gama, quintas, aras, departamentos de lujo.
Aunque no dice nada la nueva ley sobre el dinero en cuestas bancarias
del exterior.
La ley nueva salió a los apurones y no repara en detalles. Tanto es así
que lo que aprobaron los diputados oficialistas grava, por ejemplo, a
los prostíbulos, que aparecen encuadrados dentro de la categoría de
“espacios de esparcimiento”. “Boites, cabarets, cafés-concert, dancings,
clubes nocturnos, confiterías bailables y/o con espectáculos,
discotecas, pistas de baile y establecimientos análogos cualquiera sea
la denominación utilizada” menciona la ley recientemente aprobada, y
fija el impuesto en 9 por ciento.
Un año, exacto, antes de que se publique la nueva ley tributaria, es
decir el 20 de diciembre de 2012, el mismo Boletín Oficial inscribía la
Ley 10.186, que prohíbe los prostíbulos en todo el territorio provincial
y ordena el cierre de los existentes.
Sin embargo, la nueva ley le fija un impuesto.
En abril de este año 2013 que gasta sus últimos días, Urribarri promulgó
una ley que fija multas para quienes promocionen los prostíbulos, y lo
hace estableciendo el pago en unidades fijas denominadas UF, “cada una
de las cuales equivale al menor precio de venta al público de un litro
de nafta especial”.
La política de cierre de prostíbulos orientado al destierro de la trata
de personas se estrella contra el texto de la ley recientemente aprobada
por la Legislatura y promulgada por el Poder Ejecutivo.
Está claro que la mención de los cabaret responde al descuido general y
no a fijar, efectivamente, un impuesto a una actividad que se persigue.
Eso explicaría que también aparezcan en el texto recientemente aprobado
el gravamen a las Administradoras de Fondos de Jubilaciones y Pensiones,
más conocidas como AFJP.
Las AFJP ya no existen en Argentina, desde que la presidenta Cristina
Kirchner enviara en octubre de 2008, un proyecto al Congreso de la
Nación para poner fin al sistema de jubilaciones privadas y reorganizar
el sistema de reparto estatal de jubilaciones.
No obstante, este mes Entre Ríos le fija el seis por ciento de gravamen y
las encuadra dentro de “servicios financieros y otros servicios”.
Estamos, entonces, ante una ley nueva que nace con algunos tramos
obsoletos.
A algunos empresarios les preocupa más que los detalles un aspecto por
el cual han puesto a sus abogados a estudiar el texto: la doble
imposición de las actividades. Se sabe que resulta inconstitucional
cobrar dos impuestos por una misma actividad, y algunos productores
están viendo que el texto nuevo cobra lo que ya cobra el Estado
nacional. Así, un abogado de renombre anticipó a ANÁLISIS DIGITAL que está estudiando cuestionar la constitucionalidad del texto.
En su desesperada búsqueda de dinero para cumplir con los policías y
otros gremios estatales, creó impuestos y aumentó la presión tributaria
con los ya existentes. Lo que hicieron los dos poderes estatales
involucrados en el impuestazo es lo más parecido a fabricar billetes
ante la necesidad de contar con dinero. Incluso tiene una inexorable
consecuencia inflacionaria.
Lo que hizo el gobierno es una apuesta fuerte a la inflación. ¿O quién
va a pagar el aumento de ingresos brutos de la actividad comercial?
Resulta obvio que el impuestazo se trasladará a los precios, entre otras
cosas porque el gobierno no ha dicho que piensa evitarlo y en tal caso
cómo lo haría.
No se entiende bien cuál es el motivo de festejo de los sindicalistas
que representan a trabajadores agremiados pero que son también
ciudadanos que deberán pagar más impuestos.
El Estado no resolvió el problema de fondo, sino que echó mano al
bolsillo de los ciudadanos para cumplir con sus obligaciones de
empleador.
Recaudador
Ha dicho el titular de la Administración Tributaria de Entre Ríos
(ATER), Marcelo Casaretto, que el Estado debe procurar los recursos para
atender sus obligaciones. Obvio. El punto es que esa tarea de procurar
el recurso, viniendo de un Estado que celebra una “década ganada” podría
ser mediante una actividad que genere recursos genuinos:
industrialización o prestación de servicios públicos estatales por
ejemplo.
Si en seis años de gestión, este gobierno debe echar mano a un
impuestazo, algo no salió bien. Quizás signifique esta desesperada
necesidad de aumentar los impuestos que las promocionadas incubadoras de
empresas, que la construcción de la provincia como “fábrica de
alimento”, que la dinamización de la economía no pasaron de la letra a
los hechos.
El Estado utilizó sus facultades para “resolver” un problema que tiene
como empleador. Y esa solución no es otra que meter la mano en los
bolsillos ya expoliados de la población entrerriana.
Casaretto celebra que haya un “Estado presente”. Presente para aumentar
los impustos, habrá que decir; un Estado ausente para la generación de
empleos, para la industrialización.
La mención más arriba de las AFJP viene bien para dar pie a otro tema
que surgió en medio del impuestazo: la omisión de reclamos del gobierno
entrerriano al gobierno argentino. Cuando Néstor Kirchner era presidente
de la República, prometió que compensaría a Entre Ríos por todos los
aportes que hizo al sistema jubilatorio nacional, en tiempos en que la
Nación se llevaba las cajas previsionales de otras provincias, y la
entrerriana debía ayudar a solventarlas, siendo que no se había
desentendido de la propia. Es decir que como Entre Ríos pagaba por cajas
ajenas, Kirchner devolvería el esfuerzo en dinero.
Llegó muy poca plata y la promesa cayó en saco roto. Frente a eso,
Urribarri dijo que no reclamaría a la Nación, pero lo dijo en tiempos de
dinero fácil. Ahora hay escasez y los gremialistas estatales no
cooptados y la oposición le piden que reclame a la Casa Rosada lo que es
de los entrerrianos.
La situación urge: la Caja de Jubilaciones tiene un déficit anual de no
menos de 800 millones de pesos. Por eso vendría bien –y sería justo– que
la Nación devuelva el 15 por ciento de la coparticipación que se
expolió a Entre Ríos en la década menemista y que sigue perpetuando la
“década ganada”. Y no que siga exprimiendo los bolsillos de sus
mandantes.
La relación entre Nación y Provincia sigue siendo la misma que dejó
sentada el menemismo, con los pactos fiscales y las resignaciones del
peronismo entrerriano frente al poder del riojano mediante.
Este mes se aprobó una reforma impositiva que es presentada como la que
impulsó la Central de Trabajadores Argentinos en Entre Ríos oficialista,
y no la regional, que es la que se encuentra protestando precisamente
por los sueldos y la falta de generación de recursos genuinos. Igual, el
gobierno habla de la iniciativa de la CTA, al tiempo que desde las más
altas esferas del organismo recaudador admiten que el proyecto “se ha
profundizado con aspectos adicionales”. Un extraordinario eufemismo para
denominar el impuestazo.
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