RESEÑA HISTÓRICA POR EL DÍA INTERNACIONAL DEL TRABAJADOR.

El cuarto Congreso de la Federación Norteamericana del Trabajo (AFL), realizado el 7 de octubre de 1884, resolvió que a partir del 1° de mayo de 1886, la jornada de trabajo duraría ocho horas. La consigna decía: “¡un día de rebelión, no de descanso!”.

Y proseguía: “…un día de protesta contra la opresión y la tiranía, contra la ignorancia y la guerra de todo tipo. Un día en que comenzar a disfrutar ocho horas de trabajo, ocho horas de descanso, ocho horas para lo que se nos dé la gana”. A los ocho mártires de Chicago les inventaron la causa de un asesinato por el cual finalmente no fueron culpados, “los juzgaron por el crimen de dirigir a los oprimidos”.

En 1889, un Congreso internacional de trabajadores celebrado en Paris, con la presencia de delegados de la Argentina, resolvió en homenaje a los Mártires de Chicago declarar al 1° de mayo como Día Internacional de los Trabajadores.

En nuestro país, en la segunda mitad del siglo XIX, con los inmigrantes llegaron las primeras organizaciones obreras de la mano del modelo económico agroexportador.

Las oligarquías terratenientes conservadoras controlaban el aparato del Estado y contaban con el apoyo de grupos parapoliciales como la denominada “Liga Patriótica” que tenía zonas liberadas para perseguir y asesinar a los obreros huelguistas.

Entonces, hubo mano dura y asesinatos contra las huelgas desatadas en los talleres metalúrgicos Vasena en Buenos Aires (1919), los obreros y peones rurales de Santa Cruz (1919-1923), los hacheros del quebracho y los obreros en fábricas y obrajes de la Forestal de capital inglés (1919-1921) en el Gran Chaco.

Se reprimía, se asesinaba y se deportaba a dirigentes anarquistas y socialistas por medio de instrumentos legales como la llamada ley de Residencia.

Las reivindicaciones fueron un logro:

* Reducción de la jornada de trabajo
* Mejores condiciones de salubridad
* La vigencia del descanso dominical
* El aumento de salarios
* Reposición de los delegados despedidos

En esta etapa, los sindicatos eran autónomos e independientes del Estado, las patronales y los gobiernos.



Con la crisis del capitalismo del 29 comenzó a gestarse en nuestro país un modelo económico de sustitución de importaciones, una incipiente industrialización y el proteccionismo económico por el cierre de mercados para los productos primarios argentinos. Fue la etapa keynesiana o más conocida como Estado benefactor: su expresión política fue el peronismo y se extendió hasta los años 70. El Estado empresario intervino y reguló la economía. Los trabajadores tuvieron mayor participación en la renta, ya que fue la etapa del 50 por ciento para el trabajo y el 50 por ciento para el capital.

Hubo conquistas de derechos laborales plasmados en la Constitución de 1949, luego suprimida por la Dictadura, auque no se pudieron desconocer estos logros conseguidos con tanto sacrificio, al punto que el artículo 14 bis es parte del reconocimiento de esos derechos.

También se puede afirmar que hubo una pérdida de autonomía política de la clase trabajadora porque los sindicatos se asociaron al Estado. La CGT homogeneizó al movimiento obrero, con algunas resistencias clasistas, mientras disputaba la renta al capital con una burguesía que se presentaba con intereses contrapuestos.

La crisis energética del petróleo y el golpe de Estado Genocida del 76 rompieron con este paradigma a sangre y fuego ensañado con el movimiento obrero y con la complicidad de muchos de sus dirigentes. Hay que recordar que el 70 % de los detenidos desaparecidos eran de las filas de los trabajadores. La herencia de la dictadura es el movimiento obrero desarticulado, heterogéneo, dividido y sin rumbo, en un país de entrega del patrimonio, desindustrializado y desarticulado social y culturalmente.

Lo lamentable es que pasamos del miedo de la dictadura al de la hiperinflación y de la desocupación, elemento esencial de disciplinamiento que aplica el modelo neoliberal colonial actual a la sociedad toda y esencialmente a la clase obrera argentina.